Mis 3 claves para evitar el desorden
Hace mucho, pero mucho tiempo que no sé lo que es el desorden. Ni siquiera recuerdo desorden antes de llevar a cabo el Método Konmari. Y no es porque me considere súper ordenada (soy ordenada y me encanta la organización, pero os aseguro que no llego a ningún extremo raro, jajaja). Hay días en que llego a la noche súper cansada, otros en los que simplemente no me da tiempo a hacer nada y algunos en los que básicamente no tengo ganas de hacer otra cosa que tumbarme y leer o pensar. Vamos, como la mayoría de la gente. No es que tenga un ratito libre y me ponga a ordenar, no.
Y es que simplemente descubrí que es mucho más fácil ordenar una o dos veces y no volver a desordenar, que andar revolviendo todo el tiempo. Lo sé, dicho así no parece una idea que se le haya ocurrido a un genio, pero es la pura verdad. Si te pegas la paliza de ordenar conscientemente muy bien una sola vez (o muy de vez en cuando como digo siempre que pasamos por un momento de cambio personal, etc.), y después mantienes todo bajo control, lo de ordenar cada dos por tres se esfuma.
¿Conocéis a alguien que siempre que recibe visita tiene que pasarse un par de horas antes ordenando? ¿Esa eres tú? Pues yo no lo hago. Porque no me hace falta. Ahora mismo os podríais pasar por casa en diferentes horas y días y la encontraríais básicamente igual. Y eso me ahorra mucho tiempo y me da mucha paz, que es lo importante. Que de estrés ya vamos servidos 😉
Vale, ya os he dicho que no es magia pero, ¿cómo lo hago? Lo primero de todo es saber que hay que trabajar. El desorden no se arregla solo, nadie va a ordenar tu casa por ti (o sí, si tienes suerte y dinero, no es mi caso). Pero se puede mantener casi eternamente una vez que hemos ordenado.
Selecciona lo que entra, a cambio di adiós a algo
Hay que tener mucho cuidado con las cosas nuevas que traemos a casa, más allá de si nos inspiran alegría. MUCHO CUIDADO. Es fácil comprar lo que no necesitamos porque tenemos casi de todo al alcance de la mano y la tentación en las tiendas es grande. Todo lo que entre en casa tiene que pasar un test previo: ¿es útil? ¿de verdad lo necesito? ¿es un regalo que no quiero/no me hace falta/no me gusta? ¿tengo otro parecido o que quiero sustituir? Hazte estas preguntas.
Las casas tienen un espacio limitado, menos es más, y si no dejas de adquirir cosas al final será muy complicado mantener el orden. Prueba con algún reto diario o semanal en el que escondas algo que tienes en casa durante un tiempo (para ver si lo necesitas o si lo echas de menos).
Todo en su lugar
Entender esto me hizo notar un gran cambio en el orden de casa. Todo debe tener un lugar asignado, un lugar fijo. Su sitio, por decirlo de alguna manera. Si no lo tiene, acabarás moviéndolo y nunca estando a gusto. O peor, lo terminarás amontonando porque está fuera de su sitio.
Hacer esto también te ahorrará comprar muchas cosas. Porque en vez de comprar algo y luego ver dónde lo pones, harás el proceso a la inversa. Decorarás rincones y ocuparás espacios en función de lo que falta ahí, de lo necesario.
Y sí, yo he tenido cosas a las que por más vueltas que he dado no he podido encajar en casa. Simplemente no terminaban de estar en el sitio adecuado, lo notaba. Ya fuera por funcionalidad, por estética o uso, siempre me llamaban la atención visualmente porque no podía verlas ahí. ¿Qué se hace con esas cosas? Tienes dos opciones: si las necesitas por su uso, deberás guardarlas en un lugar fuera de la vista. Si no las necesitas imperiosamente, deshazte de ellas regalándolas, vendiéndolas o donándolas.
Técnica “leave no trace”
Otra cosa muy importante, una vez usado, deja el objeto de nuevo en su lugar. Que sea como si nunca hubieras estado en esa habitación, es decir, no dejes rastro. Devuelve siempre todo a su sitio cuando termines la actividad o antes de irte a la cama. Con esto es casi imposible desordenar. Y no me vale lo de que los artistas son desordenados, de eso nada. Necesitas espacio despejado para que las ideas fluyan. Yo muevo y saco un montón de cosas durante el día (especialmente los días en que hago fotos de productos o cuando me pongo a hacer cosas en el Traveler’s Notebook), pero siempre devuelvo todo a su sitio al terminar.
Al principio da pereza, porque estamos cansados y tenemos mil cosas por hacer. Pero a la larga te ahorra mucho tiempo. Es cuestión de disciplina. ¿Me apetece guardar la ropa cuando me cambio al llegar a casa? No, claro que no, pero te aseguro que me apetece menos tenerla en una silla amontonada toda la noche y tener que hacerlo al día siguiente… Piensa en el tiempo real que tardas en dejarlo todo como estaba y verás que normalmente son solo un par de minutos, cinco como muchísimo. El problema viene cuando dejas para el día siguiente varias de esas tareas, ya no son tres minutos lo que te lleva hacerlas.
Y por último, aunque lo voy a dejar fuera de los trucos que he dado arriba, añadiré que el almacenaje también es importante. Ya sabéis que no estoy muy a favor de tener que comprar cajas y otros soportes de almacenaje a no ser que sea estrictamente necesario, pero si tienes que hacerlo, procura que te gusten. Y si lo que vas a guardar dentro tiene el propósito de ser usado (por ejemplo, materiales de manualidades que te gustaría usar en esta vida, jajaja), lo mejor es que etiquetes las cajas de forma visible. Si no ves lo que hay dentro es más posible que no le prestes atención, y no queremos que eso pase 🙂
¿Cuál es vuestro truco infalible para evitar el desorden?
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