DIY misterio sin resolver
Cuando preparé el DIY
para la fiesta coastal, hice un experimento,
una ocurrencia de las mías.
Verás, en mi ciudad, Barcelona,
tenemos una larga e inmensa playa.
Puedes encontrar de todo, castillos en la arena,
gente paseando en todas las modalidades,
incluso gente haciendo musculitos.
Estas fotos son de mediados de abril, y cuando llega el calorcillo del todo
está tan abarrotada, que no hay sitio tan siquiera para las pechinas,
ni para que se arrimen a la orilla esos fascinantes palos de madera.
Y ahí es donde quería llegar, a los palos blancos que puedes
recoger en la playa, y que tanta inspiración dan
para los diyses.
Así que, con el litoral estéril de material para recolectar,
no me queda otra que recurrir a los más que famosísimos bazares.
Allí por eso, blanquitos y delicamente esculpidos y erosionados,
no hay, encontré éstos.
Entonces…¡ocurrencia!
Los metí en un envase con agua y lejía.
Ese color azulado que ves, es porque no tenía lejía normal,
utilicé la de la ropa que es densa y según indica el envase
máxima blancura.
Estuvieron 24 horas dándose un buen chapuzón.
Lo de dejarlos en remojo, sirve
para quitarles más fácilmente la corteza,
lo de la lejía…..pues no sé, y es que…
yo estaba muy convencida que
ayudaría a que quedaran blancos, como los quería,
quizás fuera una idea de deformación de marujeo.
Y después de todo el trabajo,
de sacarles toda la corteza con una navaja,
y dejarlos secar.
Viene Jan y tan pancho, me suelta….
«con el agua solo, sin aditivos, te hubieran quedado igual
de claritos».
Y claro, me desubicó, me quedé con cara de lela, mmmm…
¿tendría razón, o no?.
Con un berbiquí, agujereé los palitos.
Un palo de brocheta nos servirá como mástil.
Para las velas, unas las hice con arpillera,
y otra con un mini tapete antiguo.
Las dos llevan una capa de cola blanca, diluida con agua,
para que al secarse queden rígidas.
La del tapete antiguo no me quedó lo suficientemente tiesa,
por lo que en la parte trasera le puse una botavara.
Para hacer la ballena, utilicé como en tantísimas ocasiones,
la madera de cajas de frutas.
Y aquí mi mini flota.
A día de hoy sigo con la duda,
¿era necesario echar lejía?.
No me ha dado tiempo de volverlo a probar.
Pero al menos si sé, que no hace falta ir a la costa para hacer recolecta,
incluso del monte puedes recoger palos,
y convertirlos en falsos náufragos marines.
Espero que te guste la idea tanto como a mí.
Esta foto me la he llevado al desafío de #handbox,
#miportadaopitec.
Y el misterio de si sin la actuación de la lejía hubiera obtenido el mismo resultado, me lo llevo al Finde Frugal de MarcelaCavaglieri,
seguro que alguna de mis compis me saca del titubeo.
¡Qué tengas un muy feliz fin de semana!
¡Un beso!