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diy: capazo con transfer

Tenía ganas desde hace tiempo de probar la técnica del transfer. Se trata de una forma de traspasar una impresión hecha con laser a cualquier superficie gracias a una especie de pegamento. Pero no quería hacer la típica transferencia a un trozo de madera, quería algo diferente. Así que me animé con el segundo capazo que me envió Real Fábrica.

Ya os enseñé hace poco cómo customicé un capazo haciendo una piña de lentejuelas. En esta ocasión, me animé con el transfer y un dibujo colorido y divertido.

Para llevar a cabo esta técnica es imprescindible que la imagen que vayamos a traspasar esté impresa con láser. No valen las impresoras de cartuchos. Lo que os recomiendo es que lo llevéis a una copistería. Es algo que os digo casi siempre en lo que respecta a las manualidades, pero en esta es totalmente necesario. 
Yo quería unas calaveras mexicanas, así que las dibujé en Photoshop y luego las imprimí. Saqué dos, para colocar una a cada lado del capazo. Las he subido a la red, por si os animáis con esta técnica y queréis utilizarlas. Podéis descargarlas aquí
Entonces, necesitaremos:
La imagen impresa con láser. Puede ser una foto, un dibujo… Eso sí, debéis tener en cuenta que no existe tinta blanca, así que las partes claras quedarán transparentes. 
– Una superficie sobre la que transferir. Debe ser clara, por lo que he comentado de que no existe tinta blanca.
– Un pincel
Agua
– Y un transferidor de imágenes. Hay muchos en el mercado, de diferentes marcas y precios. No os puedo decir cual es el mejor, porque solo he probado este de Hobby Line. Me decanté por él porque vi varios tutoriales en los que lo utilizaban, y porque en Amazon estaba bien de precio. Aunque según he leído, es relativamente fácil encontrarlo en tiendas de manualidades.

Como veréis, el aspecto es como el de un pegamento, pero lo que hace es despegar la tinta de un lado y colocarla en otro. Es muy parecido a los tatuajes temporales… Pero a lo bestia 😉 

Sea cual sea el transferidor que utilicemos, el procedimiento es el mismo, salvo que en las instrucciones del producto indique lo contrario. Lo primero que haremos será aplicar una capa generosa de producto en el dibujo (en la parte impresa) y en la superficie.

Consejo: puedes marcar el contorno de nuestra imagen con un lápiz sobre el capazo para saber dónde aplicar transferidor exactamente

Una vez hemos echado todo el producto, colocaremos la imagen sobre la base, y apretaremos bien. Es aconsejable que con un cartón aliséis todo el papel para eliminar todas las bolsas de pegamento posibles. No obstante, en una superficie irregular como el capazo es imposible que no se queden.

El siguiente paso es dejar secar. En las indicaciones de mi producto decía que podíamos darle con el secador, pero yo preferí que lo hiciese al aire libre. Hay que dejarlo unas horas, cuantas más mejor. Lo ideal es dejarlo toda la noche y seguir al día siguiente.

Una vez esté seco, vamos al paso más tedioso. Tenemos que mojar el papel y, ayudándonos de un trapo o los dedos, debemos de ir levantando toda la parte blanca poco a poco, con cuidado de no despegar el dibujo.

Como veis en la foto, lo mejor es mojar la parte central con un trapo (no escatiméis, no hay que humedecerlo, hay que mojarlo de verdad). Y luego frotamos un poco para que el papel empiece a hacer virutas blancas. Una vez hayamos llegado ya al dibujo, lo que mejor resultado me dio fue ir empujando con los dedos el papel y levantándolo con las uñas. En lugar de frotarlo todo el rato y sacar virutas, como se indica en otros tutoriales, porque así estropeaba más el dibujo.

¿Veis cómo va apareciendo? No os olvidéis de mojarlo bien, porque si no, no saldrá. Hay que empapar el papel. Como he dicho antes, igual que los tatuajes temporales 😉

No obstante, es posible que en algunas partes se levante un poco el dibujo. Lo cual a mí tampoco me importa, porque da un aspecto desgastado y viejo muy guay.

¡Ya veréis cómo mola ver aparecer nuestro dibujo! Es posible que cuando quitéis todo el papel, al secar quede una capa blanca. Eso es porque no está retirado del todo, así que volveremos a frotar con la mano para sacarlo. No obstante, como la superficie no es totalmente plana, a mí se me quedaron algunas «bolsitas» blancas que no se pueden quitar.

Luego le di una capa de cola blanca mezclada con agua para fijar el dibujo perfectamente y que no se levante. ¡Y listo! Ya tenemos un capazo de lo más molón. 

Después de haber probado la técnica del transfer, he de decir que me ha sorprendido mucho y desde luego la repetiré. Da muchísimo juego y se pueden hacer cosas geniales. Con respecto al capazo… ¡Me encanta el resultado! Y eso que estaba encantada con la piña, pero ahora me costará decidir cuál llevarme a la playa 😉

¿Qué os aprece?
¿Habéis utilizado alguna vez el transfer?
¡Feliz semana!

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