Y después de mi consabido parón que iba a ser de un par de semanas y no sé ni cómo se ha convertido en bastantes meses, os traigo un DIY que lleva tanto tiempo en la memoria de mi cámara que como podréis apreciar hemos pasado por toda la floración de la orquídea (podéis colocar aquí mentalmente esos iconos de monitos con la cara tapada)
Cosas de la vida, que por unas razones u otras me han mantenido ocupada off line. En cualquier caso, este mundo 2.0 o 3.0 o lo que quiera que sea ahora, avanza, cambia y se transforma como cualquier otro mundo en general, así que no sé yo si tendrá sentido volver a escribir por aquí, pero con sentido o sin él, hoy os traigo un DIY simple de reciclado de
cajas de madera que es una de esas cosas que siempre nos ha caracterizado, ya saben,
I have this thing wiht wood boxes…
Aprovecho también la semana del medio ambiente para volver a lo que para mí ha sido fundamental desde el principio, la
reutilización de materiales. Cada vez soy más consciente como consumidora de todo lo que generamos y cada vez me espanta más la idea de usar y tirar, así que yo, la reina de los empaquetados, os aseguro que ahora me siento mal hasta comprando papel de regalo, de verdad, confieso que a veces empaqueto con cualquier cosa que encuentro en casa, en breve acabaré haciendo regalos con periódicos del día anterior, no lo descarto 🙂
En fin, hoy os cuento dónde ha acabado la última caja de madera (de queso en este caso) y esta vez no ha sido ni como zapatero, ni como estantería, si no que ha pasado a ser un cajón verde donde se juntan las pocas plantas que sobreviven con nosotros :-).
La idea es muy básica, un rotulador, unas frasecillas, unas correas de cuero a modo de asas (recicladas también de un viejísimo bolso), un poco de cera de madera (en este caso transparente, pero si quieres un efecto más oscuro, puedes usar otro tipo) y listo.
Con muy poco consigues el sitio perfecto para mover las plantas de una mesa a otra según necesidad de espacio (normalmente están en la mesa donde comemos y estorban muy a menudo) y además consigues un «rincón verde» donde todo esté en su sitio.
Ahí vive ahora nuestra orquídea que es como nuestro «milagro particular» que rescatamos de un palet de plantas moribundas de Ikea y que no sabemos todavía cómo no solo no se murió como era más que previsible, si no que que además florece cada primavera y nos deja esas flores preciosísimas durante meses; y unos cuantos cactus que compramos emocionados de Desert City y que también florecen de vez en cuando (de verdad, es increíble).
Y ahí están ellas tan felices, no soy yo nada de plantas por lo poco que me duran pero he de decir que ver estas flores cada día da mucha alegría, así que mientras nos dure la suerte, disfrutaremos de su compañía :-). Si tenéis cajas de madera por ahí y también os da pena tirarlas, os dejo un par de enlaces con otras ideas aquí, aquí, aquí y aquí.
Lee el post original