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Bienvenido

Mi abuelo se llamaba Bienvenido, aunque todos le llamábamos Bienva, que más que el nombre de una persona, bien podría ser el nombre de un personaje de Disney como Baloo. Pero mi abuelo, que aparentemente no tenía nada en común con el oso de Mowgli, hacía justo honor a su nombre.  Bienvenido. Bienvenido me ha parecido siempre una palabra estupenda, por eso en este post de vuelta a la realidad (2.0), tenía que usar su nombre.

Mi abuelo era elegante y sonriente, con esa elegancia de otra época que le permitía llevar traje y sombrero panamá al campo y no resultar chocante. También era alegre, o al menos sonreía mucho, yo lo recuerdo así, elegante y sonriente. Qué suerte es tener abuelos, verdad? es como un bonus track, una trampa de la vida, una lotería, un trozo de mundo donde las reglas y las normas se estiran como un chicle. 

Mi abuelo se llamaba Bienvenido, como lo que escriben los americanos en las entradas de su casa, porque la entrada es importante, porque es importante saber dar la bienvenida. 

Y hoy el post va de eso (y un poco de mi abuelo Bienva que me dejaba hacer trampa a las cartas y más ruido del permitido), de las entradas y las vueltas, y los volantazos de última hora que han hecho que mi vida cambie este 2019. Porque a veces los giros inesperados traen cosas buenas, o espero que las traigan. Por ahora me han traído incertidumbre, ilusión, algo de ansiedad y muchos nuevos planes. Y aunque yo soy fan absoluta de la zona de confort, tener la vida no tan marcada a veces no sienta mal.

Por eso tenía ganas de recuperar el blog, y por eso llevo un par de semanas eliminando cosas y recuperando la paz decorativa que necesito para estar en casa. Porque a mí la incertidumbre me vuelve hiperactiva e hiperorganizada parece ser, como si Mari Kondo me hubiese poseído, qué sé yo, pero a mí organizar mi casa me da paz. 

Así que llevo semanas llenando bolsas para reciclar, tirar o regalar. Necesito espacio y luz, y calma (calma nena, la frase de mi agenda de este año, no podría ser más acertada).

Y en medio de toda esta actividad he cambiado la entrada de nuestro piso de Madrid. Porque como siempre, menos es más, y las entradas maravillosas de Pinterest son maravillosas, pero no se ajustan mucho a la realidad de los pisos de Madrid, así que ya me gustaría a  mí tener esa fantasía de recibidores, pero tengo uno chiquitito, que os lo había presentado así cuando llegamos y que con el tiempo fue pidiendo otras funcionalidades… un banco para sentarse y descalzarse, un cesto para los zapatos (porque los escandinavos serán muy organizados, pero a  nosotros lo de tener ochenta pares de zapatos debajo del banco nos duró una semana), sitio donde dejar las mochilas del cole, y cajas, muchas cajas para esconder todo eso que tienes que tener en la estrada y que bonito, bonito, no es.

Os lo dejo como vuelta al blog y bienvenida de nuevo :-). También  aprovecho para contaros que el mueble que ha conseguido tener todo ese caos en orden es de Songmics, que han sido muy majos y han querido colaborar con el blog y de paso darme ese empujón para volver a contaros cosas. A mí me ha venido estupendo porque realmente era la pieza que faltaba para tenerlo todo en orden y paz Marikondiana, y si a vosotros os puede venir igual de bien podéis conseguir uno igual aquí que están de sorteo. Es una de esas empresas con las que nos encanta colaborar porque son muebles ecológicos de bambú que llegan por Amazon en dos días y tardas menos de 10 minutos en montarlo. Y para ansiosas como yo eso es importante 🙂

Quería volver por aquí con un post de regreso y de bienvenida, porque me he ido más de la cuenta, pero a veces es necesario estar off line. Y mientras redecoraba la entrada revisando todos esos tableros de Pinterest con sus letreros de Welcome ideales, me acordé de mi abuelo y Bienvenido me pareció el mejor título para una vuelta 🙂 

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