Antes y después. Una cómoda mid centuryBefore & after. A mid century dresser
¿Sabes la típica foto donde aparece una florecilla en medio de un territorio arrasado por la guerra como símbolo de que hasta en la más oscura de las situaciones siempre hay lugar para la alería y la esperanza? Pues eso es este rinconcito. En medio del caos de mi salón aparece la florecilla que os traigo hoy.
Hace unas semanas os pedí ideas para transformar este mueble:
Un mueble con las medidas perfectas y un precio maravilloso (5 euricos) pero una apariencia… mmm… en fin… poco agraciada. Aparecisteis como el séptimo de caballería aportando mil ideas (gracias, gracias, gracias, gracias y gracias) y de entre todas ellas, Andre (además de ser majísima y abrir hasta un tablero de Pinterest para que me inspirara) dio en el clavo cuando escribió “Y si cambias las patas (en caso que se pueda) también pegará un cambiazo el mueble”. Las patitas eran mi parte favorita del mueble pero es cierto que condicionaban todo el look, igual que las molduras. Así que le eché un vistazo un poco más en profundidad (sí, yo soy de esas que compra camisetas con rotos y descosidos porque no se fija) y vi que era muy fácil quitarle las patas y que las molduras también saldrían fácilmente porque por las esquinas ya se estaban despegando (sí, hija, por 5€ qué quieres).
Hay 3 características principales en un mueble mid century:
- Líneas rectas.
- Patas cónicas.
- Tiradores integrados (o sea, o una pieza de la misma madera o un troquel).
Sin patas ni molduras el mueble cumplía la primera premisa, líneas rectas.
Básicamente era una caja bastante trasteada, con los cantos y los lados especialmente estropeados. Lijé todo el mueble y me sorprendió lo bonita que es la veta de la chapa (porque es chapa, no madera, recordemos, 5€).
Una pena que, como he dicho, los cantos y los lados estuviesen tan estropeados que era imposible dejarlos a la vista. Me apetecía dejar toda la madera a la vista pero quedaba fatal, así que cubrí los rayazos, rotos y agujeros con cera y pinté esas partes con spray negro.
Ya sólo quedaban los otros 2 elementos mid century, las patas cónicas:
Y los tiradores integrados, que hice cortando dos piezas de madera y tiñéndolas del mismo color que el mueble.
Y así es como un mueblecito sin mucho encanto se transforma en un mueble mid century. Mirad lo bonita que queda la veta de la madera en las puertas, nadie diría que costó 5 pavetes.
Me encanta el resultado pero no pega con lo que estoy haciendo en la habitación. Después de darle mil vueltas e intentar encajar las piezas a la fuerza decidí que el salón era su sitio natural y, desde entonces, la habitación fluye mucho mejor. Así que ahí va un consejo decorativo: si una pieza con encaja no transformes todos tus planes para intentar que la cosa funcione porque, como decía un jefe mío, pidieron un perro, queríamos un camello y al final tenemos un perro con joroba.
Sigo dándole duro a la habitación y creo que os la podré enseñar prontito. Estoy muy contenta con como está quedando y creo que os va a sorprender, ¡qué garvios! (eso es una mezla de ganas y nervios).
Mientras tanto, ¿te gusta cómo ha quedado mi rinconcito de paz en medio del caos?