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Volver a bordar

En mi etapa de EGB, allá por séptimo u octavo más concretamente, existía la asignatura de pretecnología. No. No busqueis su significado porque no está en el diccionario… digamos que puede entenderse como una clase de iniciación a la tecnología… No sé, me lo acabo de inventar 😉 Pues bien, mi profesor era Don Eduardo y lo que recuerdo de la materia es que todo el aula salimos expertos en montar un enchufe y en hacer un BORDADO. Lo primero fue un poco flash para mi, porque los destornilladores y el alicates en mi casa eran propiedad exclusiva de mi padre. Pero es que lo segundo para mis compis chicos fue más que un pantallazo. Estamos hablando de 1988 y acostumbrados a dominar las cartulinas, pegamento, papel charol y el punzón… lo de usar hilos de colores, aguja y tela de panamá seguro que sorprendió a más de un padre. En mi caso no fue así, porque yo ya hacía unos años que practicaba el punto de cruz, es más, tuve que justificar mi labor delante del profe porque se pensó que mi madre había trasnochado la noche anterior.

Las de las labores ya éramos raritas de aquella. Y sí, lo de bordar me acompañó hasta la universidad. Yo era la que ocupaba el sofá a última hora del día con mi gráfico y mis hilos en el salón del piso de Santiago. Y hasta contagié a alguna que continuó. Otras lo intentaron pero no consiguieron verle esa parte de DESCONEXIÓN y relajación, más bien lo contrario. A mi me encantaba! Lo último que recuerdo haber bordado fueron baberos, saquito, bolsa, chupetero y demás cuando nació Héctor. A partir de ahí… lo de bordar pasó a guardarse en una estantería.

Hace unas semanas realicé mi primer taller de bordado en BASTIDOR. No era el típico motivo a punto de cruz, era un mensaje escrito. Y no era bordado al aire, sino en bastidor. En apenas cuatro horas realizamos un breve recorrido por la práctica, los materiales, los motivos y los puntos básicos para comenzar a bordar. Cómo elegir la tela, cómo trasladar el motivo, cómo montarla en el bastidor, cómo iniciar la costura y cómo rematar. Probamos puntada recta, hacia atrás y nudo francés, así como consejos de conservación.

Y del taller me llevé labor a casa y emprendí varios trabajos de un libro adquirido hace ya más de un año: LA HORA DEL TÉ, de Misako Mimoko que podeis adquirir en el post de la misma autora AQUÍ. Lo que más me llamó la atención al verlo fueron las plantillas y diseños para bordar. Me parecieron tan bonitas esas ilustraciones de tacitas, teteras y bolsitas de té con ojos y patas… Además las fotografías y diseño en general del libro son preciosas. Decir que es una publicación perfecta para si te inicias en el bordado y que explica muy detalladamente el paso a paso de puntadas y materiales necesarios. Sí, te lo recomiendo, está claro!

De compras por impulso me agencié unos bastidores-colgantes de madera con formas de animales y para ahí decidí realizar dos bordados pequeños del libro. También me gustó la representación de una bailarina con cabeza de tetera, Doli Teterita. La bordé sin saber para qué y acabé decidiendo cerrarla con otra tela, rellenarla y conseguir un llavero de lo más artesanal y original. Como estos hay muchos más PROYECTOS que podéis realizar en el libro: mantel, abrigatazas, banderola, funda para móvil, delantal, broche…

Os animo a recuperar el bordado si ya tenéis experiencia o a iniciaros en el, porque… nunca sabes dónde puedes encontrar tu labor ideal.

Y si no que se lo digan a mi alumna Paula 🙂 Feliz semana mamás!

eLISA

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