Yo no soy de plantas porque las mato todas. Lo he comentado más de una vez que me las cargo por exceso de riego porque me encanta trastear con la regadera o por inanición porque me olvido de ellas.
Mi madre tiene muchísimas y no para de darme trucos y consejos con tal de que las críe tan lozanas y hermosas como las suyas pero pasa igual que con la cocina, ya puedo hacerlo supervisada por ella minuto a minuto que a mí no me sale tan rico ni de lejos. Pues con las plantas igual. Ella en medio de la selva amazónica y yo perdida en el desierto del Gobi.
La única que ha sobrevivido a mis desvaríos jardineros es una que pertenece a la familia de las
crasas o suculentas y que encontré tirada en la calle. Yo creo que sobrevivió porque no le quedaba más remedio porque más fastidiada de lo que estaba no se iba a poner; en realidad más que planta era un trozo de tallo con una hoja.
La planté en un bote con la idea de llevársela a mi madre si sobrevivía y para no variar me olvidé de ella. Tiempo después descubrí que no sólo no había muerto sino que había crecido un palmo y le habían salido más hojas. Cambié el bote por un tiesto y continué con el mismo régimen de cuidados y sorprendentemente siguió prosperando. Tanto que tuve que buscarle una maceta nueva porque la anterior se le quedó pequeña.
Necesitaba una que fuese alta porque la planta tiene el tallo bastante largo. Mi madre no tenía nada que me sirviese así que me fui a Ikea con la idea de comprar un tiesto como este que transformé en cubertero en su día, pero no lo encontré. Lo que sí ví en la sección de oportunidades fue un tarro de cocina de cristal que era perfecto (aquí). Verlo e imaginarlo transformado con chalk paint como este de Azucarillos de Colores fue todo uno.
No encontré una servilleta tan molona como la de Pat así que la sustituí por una tela:
A continuación os explico lo sencillo que es transformar un tarro de cocina en maceta.
Este es el tarro original que me traje a casa por 60 céntimos. Le faltaba la tapa pero no importaba porque no la necesitaba:
Lo primero que hice fue limpiarlo bien con alcohol para eliminar cualquier rastro de suciedad:
A continuación le dí una mano de imprimación para que la chalk paint se fijase bien al cristal. Previamente había pegado cinta de carrocero para proteger la parte transparente de la base:
La
pintura que utilicé es el
blanco antiguo de
Auténtico Chalk Paint. Le dí dos manos sobre la capa de imprimación y quedó así de cubierto y con el
acabado mate que tanto me gusta de la
pintura a la tiza:
Ya os había dicho que no tenía una servilleta original para adornarlo. Mi alternativa fue utilizar una tela, casualmente también de Ikea:
Recorté uno de los árboles del estampado. Un borde estaba dañado por un fruncido pero no tenía importancia porque tenía que volver a cortarlo para adaptarlo al tamaño del bote:
Por último pegué la tela con cola blanca y protegí la pintura con cera. Fijáos qué bonita ha quedado la base transparente:
La delicada operación de
transplante fue posible gracias al
tutorial para hacer un terrario que mi querida
Isa publicó en su blog
…Y un Poco de Diseño. Era la primera vez que lo hacía y me salió bien:
Ella recomienda
poner grava en la base del tiesto para que
drene el exceso de agua en la tierra pero como no tenía a mano
utilicé algunas piedras del secadero de botas. Y
en lugar de musgo que tampoco tenía
puse otra piedra para adornar y encima
sujeta a la planta para que no se escore hacia un lado:
¿Os gusta cómo ha quedado? A mí me encanta el resultado y viendo ahora las fotos me doy cuenta de que la planta de verdad y la de la tela se parecen bastante.
Pasad un muy feliz día.
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