Mueble en tonos de azul (a partir de uno de melamina)
Amo la pintura en aerosol.
Con todo mi corazón.
Me hace sentir una bricolajera experta, capaz de enfrentarse a cualquier proyecto del mundo. Vamos, que con un aerosol en la mano me vengo arriba cosa mala.
No me malinterpretes, me gusta pintar con pincel. Me encanta la chalk paint y me chiflan los efectos que se pueden conseguir con una brocha. Pero hay que ser un poco hábil. Y no siempre consigo el resultado que tenía en mente.
La pintura en aerosol es otra cosa. Es para tontos. Si sabes poner cinta de pintor (otro de mis amores) con cierta eficacia, el resultado es perfecto siempre. Y si por desgracia o por ansia te sale algún chorro de pintura, lo lijas con paciencia y le das otra capa.
¿Y te he dicho que seca en media hora? What»s not to love?
Estaba en Japón cuando me llegó el mensaje de Handbox que nos proponía hacer un proyecto con pintura en aerosol. No tenía mucha idea de qué hacer (demasiado sushi en el cuerpo o algo) y me daba un poco de pereza pensar. Pero en cuanto volvimos a la rutina y entré en la habitación de la pompona, tuve claro que había que arreglar el desaguisado que había organizado yo misma el año pasado.
Era una estantería de melamina color haya, totalmente normalísima, como las que puedes comprar en cualquier gran superficie (sea sueca o no).
Un día me harté de ella y decidí que había que pintarla para que quedase más acorde con la decoración de la habitación de la pompona, en azul y blanco. Y lo que te decía. Saqué la brocha, la cinta, mi sábana para evitar gotas de pintura en el suelo e hice todo un montaje increíble que quedó… como el culo.
Rayas torcidas, manchas azules en la parte blanca, capas de color poco uniformes y cualquier otro error de novata que se te ocurra. Y además todo el proyecto se me alargó más de una semana esperando que secara del todo. Cuando terminé, frustrada y enfadadísima conmigo misma, escondí todas las fotos que había sacado en la carpeta de «proyectos no compartibles», metí el mueble en la habitación e intenté no mirarlo demasiado.
Total, que era una espinita clavada y que pensé que la pintura en aerosol podría ayudarme a superar el trauma. Oh yeah.
Desde Novasol me enviaron todo lo que les pedí (¡mil gracias!): tres tonos de azul, un blanco y un barniz mate para terminar el mueble.
Y me puse a trabajar.
Lo más complicado del proceso fue poner cinta de pintor por todas partes. Lo demás: pan comido.
Como la estantería ya estaba pintada no tuve que poner imprimación, pero si tú partes de un mueble comprado que no es macizo, dale una buena capa. La tienes también en aerosol.
Lijé un poco las manchas y las imperfecciones de mi primera chapuza con la pintura. Usé un bloque de lija de grano fino y mucha, mucha paciencia. En algún sitio, al lijar, volví al mueble original y le di una capita de imprimación. Y cuando ya estaba todo lijado e imprimado, pasé un trapo para retirar todo el polvo y ayudar a que la pintura se adhiriera mejor.
Pinté primero la parte de dentro de la estantería; dos estantes de cada tono de azul. Puse el más claro arriba y el más oscuro abajo. Para pintar cada «cubículo» cubrí de cinta de pintor gruesa todos los cantos y tapé con una tela los cubículos siguientes.
Como la pintura seca al tacto en unos minutos, pude ir trabajando constantemente, pasando de un cubículo a otro y volviendo a empezar con la segunda capa al terminar.
Di tres capas en total y me sobró pintura para los retoques finales (no hagas caso de lo que te digan, SIEMPRE hay retoques finales) y para otros proyectos que ya te mostraré.
Cuando los cubículos estuvieron secos, pasé a la parte más laboriosa que fue pintar el borde de las baldas de blanco. Otra vez tuve que encintar con mucha paciencia y tapar todos los cubículos para que no me entrase nada de color blanco. Esto sí que me llevó un poco más de tiempo, porque no siempre pude trabajar por etapas: tenía que esperar a que se secaran las piezas para desmontar y volver a montar más abajo.
Eso sí, a medida que iba terminando cubículos y baldas, los iba cubriendo con barniz mate (algo he lijado, pero muy poco. Otra de las ventajas de la pintura en aerosol es que el acabado suele ser uniforme y agradable al tacto).
¡Y ya está!
La habitación de la pompona empieza a tomar forma y ya estoy pensando en la mesa que le voy a hacer para sustituir la que tiene ahora que es heredada y demasiado pequeña para los botes y botes de lápices de colores que acumula. Y en el espejo que le quiero poner en la pared de las ondas.
Nos ha llevado un año, pero parece que hemos vuelto a coger el ritmo. A ver si empezamos a cerrar proyectos, que hay miles de cosas que te quiero mostrar.