Minions, cerdos felices y tizas de colores.
Padres del mundo, si queréis un par de horas para poder ver esa serie o leer un rato ese libro que empieza a ponerse amarillo en la mesilla, con una opción buena, bonita (casi digna de Pinterest) y que no puede ser más barata, este es vuestro post. Porque desde que el Chalk paint apareció en nuestras vidas, en esta casa se usa para casi todo, pero al vivir en un piso alquilado, pintar las paredes o puertas dejó de ser una opción. Pero como no queríamos quedarnos sin una pizarra en la habitación de las niñas, porque al menos las mías, es ver una y tenerlas entretenidas un buen rato, había que buscar otras opciones.
Encontré este rollo de pizarra en vinilo hace tiempo y como me pareció fantástico no me pude resistir. Confieso que como otras tantas compras «fantásticas» había quedado sin usar (no me da la vida para tanto DIY), pero con el nuevo curso lo hemos rescatado y de verdad que funciona mucho mejor de lo que esperaba. Su ventaja principal es que puedes pegarlo y despegarlo sin dejar marcas en la pared ni estropear la pintura. Hasta lo puedes mover de sitio sin que el propio vinilo se estropee.
La habitación de mis hijas no es muy grande, pero ha demostrado que con un poco de ingenio, al final cabe casi todo. En este caso aprovechamos la parte de atrás de la puerta y para que tuviese un poco de gracia (y para que no se peleen por el espacio, que entonces se acabaros esas horas de tranquilidad…) dibujé unos cuantos «marcos», así las futuras obras de arte, quedan apropiadamente exhibidas 🙂
Y como no, para pintar los marcos sólo necesité mi inseparable rotulador de tiza (sí, sí, sigue siendo el mismo, increíble lo que dura), y digo yo, señores de Edding, con la publicidad que les hago, ya podrían tener un detallito… :-). Así que si os gusta la idea, ya sabéis: rollo de pizarra (lo encontraréis en Hosten o en los bazares chinos por unos 4€) y nuestro querido y eterno rotulador de tiza.
Y para que las tizas no acaben por el suelo, aprovechamos uno de esos identificadores de los congresos para guardarlas colgadas del pomo de la puerta con su trapillo para borrar (la etiqueta es del mismo vinilo cortada con troqueladora):
Y ya sólo queda dejar trabajar a los artistas…