Mi rutina noctura y por qué es tan importante dormir lo necesario
Soy fan total de las rutinas. El proceso de convertir algunos actos diarios en algo predecible y establecido me proporciona una tranquilidad inmensa. Y ojo, no confundamos rutina con monotonía, porque son dos cosas absolutamente distintas. Las rutinas son necesarias para crear hábitos en nuestra vida, y consiguen que tengamos más tiempo libre para dedicar a otras cosas y que no tengamos que preocuparnos por las pequeñas acciones que llevamos a cabo cada día. La monotonía simplemente es aburrimiento. Veo tener rutinas como una herramienta más para poder hacer las cosas que me gustan.
Sin embargo, a pesar de disfrutar repitiendo cada día ciertas cosas, cuando algo altera ese orden (llámese vacaciones, viajes o un imprevisto), no siento que me trastoque nada aunque tenga que abandonar mis hábitos temporalmente. Y creo que eso también es gracias a ese “orden” diario. Mi cuerpo sabe que todo está bien, que pueden pasar muchos días sin hacer lo que suele hacer, y que cuando vuelva a mi hogar volverá a las buenas costumbres. Así que no importa si me voy fuera y no puedo merendar un té cada tarde, no es un drama 🙂
Esto lo he querido explicar porque obviamente no puedo seguir mi rutina nocturna (todo el proceso que sigo para irme a la cama a mi hora diariamente) al 100% todos los días. Pero eso no significa que no debas crear tu propia rutina de sueño, acostumbrar al cuerpo a entender las señales de que es hora de dormir es importantísimo.
El sueño está infravalorado. Lo veo todos los días: gente que cada día se acuesta a horas muy distintas (y con ello me refiero a quien un día se acuesta a las 23h y al otro a las 2h y así siempre), gente que no duerme el tiempo suficiente, gente que ha cambiado su ciclo de sueño a horas donde no corresponde… Seamos honestos: parece que dormir es de vagos. Y en un mundo en el que la mayoría se acuesta tardísimo navegando por la red, dormir tiene peor fama todavía. “Ya dormirás cuando estés muerto” o “Dormir es perder el tiempo, hay que dormir lo imprescindible”, ¿quién no ha escuchado eso?
Pero el sueño es mucho más importante de lo que pensamos. Si duermes las horas necesarias tu cerebro funciona mejor (y da igual lo que digan esos que no duermen nunca), tu piel está mejor, tu tensión está mejor y tu corazón trabaja mucho mejor. ¿Sabías que no dormir bien ni lo suficiente hace que tu cuerpo no pueda regular su temperatura y que también influye directamente en el apetito? Pues sí. Había preparado un montón de artículos sobre el tema, pero creo que no es necesario. Basta con que hagáis una pequeña búsqueda y os daréis cuenta de por qué es tan importante dormir lo suficiente.
Hace años yo también pensaba que todo eso era una tontería. Que por supuestísimo podía acostarme cada día a las tres de la mañana y levantarme a las siete y trabajar como si nada. Y es cierto que durante un tiempo funciona. Pero luego, o te acostumbras a vivir permanentemente con falta de sueño, como mucha gente, o te das cuenta de que tienes que ponerle remedio. Tu sueño es importante. Hay que cuidarlo como se cuida a un bebé. Y ahora me tomo lo de dormir muy en serio. Defiendo mis horas de sueño y mis hábitos de higiene del sueño con uñas y dientes si hace falta. Estoy en ese punto en que dormir dentro de mis horas es más importante que todo, exceptuando urgencias. ¿Quiere decir eso que nunca salgo por la noche o me acuesto tarde? No, claro que no, lo hago de vez en cuando, pero he procurado que eso no sea rutina 😛
La verdad es que el minimalismo y su filosofía de vida han tenido un impacto directo en mi rutina de sueño. Casi desde un principio fue como si mi mente cambiara el chip y me dijera que tenía que crear un buen hábito a la hora de irme a dormir. Y no quiero olvidarme de decir que tener la mente tranquila también es importante (obviamente cuando tuve ansiedad y depresión mis ritmos de sueño eran un desastre absoluto). Así es como me voy yo a dormir cada día…
Mi rutina nocturna
19:00 ¡Sorpresa! Mis buenos hábitos nocturnos empiezan así de temprano. A esta hora dejo de trabajar (intento no tener que trabajar más tarde de esta hora) y me voy con los perros a dar un largo paseo por el parque. No miro el móvil, no pienso en nada, solo disfruto de ellos y de la naturaleza y voy preparando a mi mente, modo desconexión.
20:00 Llegamos de vuelta a casa y me cambio de ropa (me pongo cómoda o me pongo el pijama). Recojo cualquier cosa que haya dejado fuera de su sitio, leo, escribo en mi bullet journal tareas para el día siguiente o cualquier cosa que necesite anotar. Aprovecho para “poner a punto” a Vader (que necesita limpieza de hocico y oídos diaria) y a Romeo.
20:30-20:45 Pienso en la cena. Si es algo que haya requiera bastante tiempo de preparación, me pongo a cocinar. Si no, me aseguro de que tenemos todos los ingredientes que hacen falta y descanso unos minutos más.
21:20 Ahora sí que hacemos la cena, siempre tardas un poco más de lo que prevees, así que terminamos cenando a la misma hora aproximadamente. Y nada de cenar en el sofá utilizando la mesa de café, no, aquí todas las comidas se hacen en la mesa grande. No ponemos la mesa de ninguna forma especial, pero hay diferencia entre comer bien sentado en una posición correcta, o cenar en una postura rara y forzada (en la digestión se nota mucho, probad un día y me contáis).
21:45 Sobre esta hora estoy cenando. No voy a engañaros, hay días que ceno muy sano y días que ceno normal. No me paso con las cantidades pero ceno lo que me apetece porque si no ceno bien, a las tres de la mañana me despierto muerta de hambre. El único momento en que se ve la tele en esta casa es a la hora de la cena, no por mi elección, pero no me quejaré porque a veces nos reímos mucho y nos hace iniciar un montón de temas de conversación.
22:20 Recogemos lo de la cena y me hago un vaso de leche (vegetal). Es una tontería, pero tengo la costumbre desde hace mil años y solo me lo salto si he cenado mucho o si ese día ya he tomado otro vaso. En verano me la tomo fría y en invierno calentita 😛
22:20-23:30 Tiempo libre de relax. Aprovecho para tejer, bocetar, escribir o buscar algo en el ordenador (aunque procuro no usarlo después de la cena, hay días que mi tiempo libre es relajarme en internet). Nada de estrés en este tiempo, nada de cosas que me preocupen. A veces aprovecho y veo una película o una serie, sobre todo si estoy tejiendo.
23:30 Me limpio la cara utilizando aceite de coco, me lavo los dientes y me meto en la cama. Y leo. Es el único momento del día en el que puedo leer con tranquilidad y sin interrupciones, además, me ayuda a relajarme y hace que me entre el sueño. Ah, el móvil, la tele y demás aparatos están prohibidos en la cama, no los uso jamás (lo de dormirse mirando redes sociales… mal).
00:20 Es mi hora límite para apagar la luz y dormir si no lo he hecho antes. La Fitbit me avisa con una notificación por si las moscas. Si me duermo como muy tarde a esta hora, tendré suficiente para dormir lo que necesito antes de que suene la alarma al día siguiente.
Esto no es algo que haya conseguido de un día para otro, y evidentemente depende mucho del tipo de vida de cada persona, pero sea cual sea la tuya, es muy importante que crees una rutina nocturna que se adapte a ti. Porque en muy poquito tiempo se nota la diferencia. Puedo decir claramente que desde que duermo lo que necesito y tengo una rutina, soy más eficaz durante el día. Hasta me he dado cuenta de que pienso con más claridad y no tengo esos bajones de energía a ciertas horas.
Por supuesto, soy una gran defensora de las siestas, pero eso ya lo dejamos para otro día 😉
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