La ropa está hecha por personas. Siempre.
La ropa está hecha por personas. Toda la ropa. Desde la camiseta básica de 3 € al abrigo de última tendencia. Las máquinas ayudan, sí, pero no sirven de nada sin las manos ni la cabeza de una persona. Porque no hay robot que pueda hacer lo que hace una persona.
¿Sabíais que una chaqueta puede tener entre 80 y 120 piezas? Entre forro, vistas, bolsillos, cremalleras, remates… ¡Nadie nos cuenta eso! Vivimos en nuestra rutina feliz y nos parece que los productos llegan solos a las tiendas. Pagamos 29,99 € por esa chaqueta y nos vamos felices a casa sin cuestionarnos de dónde ha salido. O quizás preferimos no hacernos preguntas.
Todo esto que os cuento viene a colación de un tweet que escribí hace unos días en el que compartí una foto de un bolso con pedrería que vi en una tienda lowcost por 11 euros. La única manera de hacer ese tipo de aplicaciones es coser a mano bolita a bolita. Dejándote la vista y los dedos. Quería compartir esto con vosotr@s porque se me cae el alma cada vez que veo bordados, cuentas y abalorios a precios de McMenú.
Y digo todo esto porque empiezo a saber lo que cuesta hacer una camisa o una americana; lo difícil que es que todas las piezas del puzzle cuadren al milímetro y la concentración que requiere. Es imposible que un trabajo de bordado de decenas de horas puedas pagarlo a 40 euros, ya ni hablemos de los 11 € del caso que os enseño. Hay algo que no cuadra en la ecuación. Si puede parecer difícil o duro aprender a coser, imaginaos cómo debe ser la vida de la persona que cosió ese vestido-chollo de 20 €.
¿Entonces qué hacemos?
Sinceramente no creo que la solución sea dejar de comprar en este tipo de tiendas. Yo misma no me siento capaz de dejar de hacerlo. Por ejemplo, cada semana publico proyectos nuevos en este blog y la mayoría de veces necesito comprar una prenda muy concreta para el DIY que tengo en mente. Mi presupuesto no es ilimitado, evidentemente no voy a utilizar jerséis de cashmere para pintarlos, cortarlos o desarrollar cualquiera de mis ideas locas.
Pero si entre todos empezamos a ser conscientes del trabajo que hay detrás de una prenda, empezamos a detectar cuando hay un desequilibrio entre su precio y las horas que puede llevar su producción, y decidimos no comprar, quizás las cosas podrían ser diferentes. Personalmente no creo que yo tenga el poder de cambiar nada, no voy a pecar de idealista, pero sí puedo negarme a participar en el juego y dormir tranquila.
Renunciar a comprar prendas extremadamente lowcost con bordados, aplicaciones de pedrería y otros detalles que solo pueden hacerse a mano es un principio. Quiero invitaros a expresar vuestra opinión sobre el tema ¿Cómo lo veis vosotr@s?