Invitación sobre tela
Allá por mayo, en uno de mis paseos continuos al puesto de telas de mi mercadillo preferido, solucioné un tema que no acababa de visualizar en mi cabeza: la invitación de boda. Como todo lo que hice en los meses sucesivos, trataba de buscar la mayor ORIGINALIDAD y a partir de eso, mostrar el carácter de celebración que buscaba. Os confieso que antes de todo esto visualicé mil y un blogs de tendencias en bodas con todo el tiempo y la recopilación de ideas que eso conlleva. Al final no sé que sería mejor, porque el cacao que tenía en la cabeza no acababa de ordenarse.
Pues eso, volviendo al mercadillo… allí descubrí un RETAL que me llamó la atención y con el que se me encendió la bombillita al instante. Se trataba de una pieza de tacto sedoso, de fondo blanco y con los bordes estampados de forma totalmente simétrica. Era ideal para lo que quería, un pañuelo donde estampar el mensaje de la invitación.
Con unos cuantos cálculos y mediciones acordé que necesitaría unos 9 metros de tela y me quedé tranquila cuando la vendedora me dijo que eso era lo que tenía… o poco más (todo sumado en pequeños retales o restos). Al llegar a casa me puse a rasgar la tela sin contemplaciones. De ahí saqué mis 100 invitaciones exactas.
En este momento y después de 6 meses, me dije que había llegado el día de sacar de la caja la overlock (no le tenía miedo, era pavor!). Y con restos comencé a practicar los SOBREHILADOS hasta que dí con el que me pareció perfecto. Sin hilos por en medio envié las telas a la imprenta, con un archivo de corel en el que no sin tiempo, diseñé el texto para mis invitados. Y a la vuelta volví a sobrehilar definitivamente los bordes de lo que ya era mi invitación.
Lo siguiente fue lo llamado PACKAGING: diseñé etiquetas, pegatinas, y compré material craft (wasi tape, cordones, hilos, troqueladoras, puntillas…) Encontré un buen producto en la tienda online The Craftcake Mamá, con una bitácora ideal. Y miles de ideas en una de mis web favoritas, de esas que visitas pero que nunca compras porque no tienes un motivo: SelfPackaging. Ahora ya podía hacer mi compra y vaya si me costó porque me gusta todo, todo, todo. Me decidí por unas cajas cuadradas que se solapaban en el centro, perfectas para el formato que buscaba y lo que contenía: mi pañuelo doblado y perfectamente sujeto.
Y lo demás fue un trabajo en cadena de empaquetado, con la mesa del salón monopolizada durante más de una semana y a mi futuro marido doblando cajas. Lo mejor? La reacción de familiares y amigos cuando comenzamos la ENTREGA, invitado a invitado. Hubo de todo! No os voy a concretar porque ya os imaginareis los comentarios. Pero en definitiva una satisfacción enorme y un aviso anticipado de que en esta boda lo “normal” iba a brillar por su ausencia.
Qué me decís? Vendríais a mi boda? Próximamente más!
eLISA
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