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Cómo montar espejos vintage sin marco en la pared

¡Qué ganas tenía de volver a compartir en los Findes Frugales de Marcela

¿Recordáis el espejo vintage ovalado que adquirí por 3€ en Rastro Reto?
Hace unos días me hice con otro, también ovalado pero mucho más grande y
alargado, por tan sólo 5€.

Este último tenía la trasera en mejor estado que el pequeño pero he querido
proteger la superficie del minio de ambos con un spray plata efecto cromado
para evitar que siga deteriorándose y favorecer su conservación.

Puse cinta de carrocero por todo el perímetro y di dos generosas manos de
pintura.

Para montar el espejo pequeño contaba con una estructura compuesta por
alambre y muelles que venden en ferreterías para colgar platos en la pared.

Con el fin de evitar arañar el espejo y la nueva trasera lo envolví en papel de
estraza y ajusté la estructura, retirando luego el papel.

Para el espejo grande, sin embargo, no encontré nada parecido así que tuve que
fabricarlo yo misma con alambre.

Y aquí los tenéis ya colgados en la pared junto a los cuadritos de inspiración
botánica que he ido haciendo en distintos momentos (aquí, aquí y aquí) y la
cornamenta que monté sobre pasta de modelar (aquí).

¿Qué os parece el jarrón de inspiración tropical sobre la mesa del comedor? A
mí me tiene enamorada por su color y textura simulando ramas con pequeñas
hojas.

Es de la colección tropical que ha sacado Lidl últimamente y estaba a muy buen 

precio (6,99€). Si os gusta quizás aún encontréis alguno en tienda o quizás en los outlets 

que esta cadena de supermercados tiene en Madrid o Barcelona, llamados «Factory Discount».


Con una sencilla rama de árbol potenciamos el efecto jungla urbana en la decoración.

Yo escogí una rama de aguacate.

Últimamente me ha dado por pintarme las uñas y cuidarme las manos que
siempre he tenido muy abandonadas. Incluso me atrevo con colores raros,
especialmente el verde y el azul, mis dos colores preferidos junto con el
blanco.

Más que por coqueta lo hago como un modo de desconectar, tomarme mi
tiempo y centrarme en algo que requiere atención pero no pensamiento y,
mientras se secan, puedo ver la tele, por ejemplo, algo que hacía mucho
tiempo no me permitía. He decidido dedicarme más momentos de este tipo,
momentos tontos como yo los llamo pero tan importantes para sentirse bien.

Si os digo que antes me costaba «perder el tiempo» en ellos, ¿me creeríais?
El terapeuta me los ha mandado como ejercicios y estoy siendo obediente.
Parece mentira cómo la rutina de la vida estresante que llevamos marca tanto
que acabamos olvidándonos de lo que puede hacernos bien, pequeños detalles
que vamos abandonado como el cuidado de uno mismo y que luego cuesta
tanto recuperar.

Como el cuidado de las plantas o tomarse este tiempo para crear y compartir
inspiración.

¿Que os hace felices a vosotros?

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