Antes y después de un mueble de salón clásico
La cosa viene de lejos.
Verás, aunque con Jan,nos complementamos muy bien en casi todo,hay un punto en el que no coincidimos para nada.
Él es de blanco todo no,y yo, soy la versión opuesta, blanco todo, o casi todo sí.
Nuestra nueva vivienda, nueva para nosotros claro, porque la construcción es de 1950,nos conquistó por la amplitud del salón comedor.
Aunque desde un principio,ya dejé ir alto y claro, que el mueble, la chimenea, los arcos…quedarían perfectos en blanco, y aportarían más luminosidad.
Mi contrario, de estilo más clásico, o clásico absoluto,«ipso facto» expresó su negativa rotunda,se sentía muy cómodo en esa atmósfera.
Como había mucho trabajo que hacer,y sabía que no lo iba a convencer fácilmente,dejé correr el tema, pero fui maquinando una estrategiapara lograr salirme con la mía, jajaja.
El verano pasado, aprovechando unos días libresde cargas familiares, y laborales,como el que no quiere la cosa me presenté en casacon un buen cargamento de pintura.
Le dije: «Solo voy a probar, a ver qué tal lo ves,y si no te gusta, no tengo ningún inconveniente en quitarlo»(¡mentira!, jajaja).
A mi el cambio me enloqueció,(si te fijas pinté también el marco de la ventana).
¡Y por suerte a Jan también!,¡qué alivio, y qué pequeño triunfo!.
Ganada una pequeña parte,tocaba poder arrasar con el resto…..Elegir el color del mueble, para mi no suponía ningún dilema,ya sabes, blanco, y sin dudarlo, más blanco.
Pero ya que había logrado que Jan,aceptara empezar con los cambios,incluso motivarlo para que lo hiciéramos «fifty-fifty»,
lo más correcto y justo por mi parte, era ceder en ampliar mi gama cromática más allá del blanco.
Después de enfrentarnos con la extensa carta de colores,y ante la disyuntiva de acertar en la elección,el resultado fue «ni pa ti, ni pa mi, ni blanco, ni negro», gris.
La pintura que usamos, es «pintura laca» con base agua,no necesita protección, ni cera, ni barniz.
No tenía ni idea de su existencia,hasta que este verano, fui a la tienda de manualidades y artesaníadonde trabaja Gracia, una blogger encantadora y muy afable.
Al contrario que la chalkpaint, necesita una capa de imprimación,pero con tan solo una mano obtienes un resultado perfecto.
En la chimenea tampoco logré que el blanco fuerael ganador absoluto.
Y es que para el bien de una armoniosa,sosegada y serena convivencia,sí o sí, es necesario por ambas partes hacer concesiones, ¿no crees?.
Aunque sutilmente no pude dejar de poner mi punto y final.
Para muestra, el detalle del acabadocon pincel seco en blanco encima del gris.
Con el cambio, he logrado erradicar el desasosiegoque me producía a la vista tanto color oscuro.
Antes de editar el post, Jan, ha querido chafardearde qué iba ¿y a qué no sabes qué?,se ha quedado incrédulo de cómo podía gustarle el «antes»,con lo bonito que lo ve ahora.
Será cuestión de aprovechar hoy que está tan contento y orgulloso con nuestra redecoración, para ver si cede, y acabar de hacer unas cuantas cosillas másque llevo en mente, jijiji ¡seguiremos informando!.
Con este post participo en el Finde Frugal,de MarcelaCavaglieri.
¡Muy buen finde!